El día de los "Cesteros"

Comenzaba el día anual de la Salud y, como cada 22 de Diciembre, el día amanecía con las ilusiones puestas en el gordo de la lotería de Navidad. Ese gordo que ya hace 31 años, gran parte de las gentes de Villafrades ya pudo saborear. Yo era muy chica entonces para participar y todavía espero mi turno sin perder nunca la esperanza.

Pues lo dicho, a las 9:00 los niños de San Ildefonso empezaban su sorteo con sus voces angelicales, y yo ¡ale!, a la reunión profesional de turno.

A las 9:25 recibía la primera llamada de Juan Carlos, que por supuesto colgué, y al minuto otra vez. Pensé que volvía a la carga con sus series de zombies para mi muchacho, que es casi una obsesión. Nada me hacía presagiar que dos minutos después de comenzado el sorteo me había convertido en una de las ganadoras de la cesta de Navidad del Sindicato. Y ni más ni menos que con el año de mi quinta, la del 75, esa que este año cumple 40 y cuya celebración tan buenos momentos en mi retina y corazón dejó. ¿40? ¡Pues mira tú!, con ese número se convertía mi vecino Miguel, el de María la de Modesta, 3 horas después, en mi compañero de festejos.

Pero nada, mi amigo Juan Carlos seguía emperrado en que yo saliese de mi ignorancia y me mandó un audio que yo no descargué. ¡Qué estaba trabajando vamos!

Y hoy, dos días después, aquí me encuentro, entre estas cuatro calles vacías y arropada por mis pequeños y el fiel Maximimino a recoger mi recompensa. Y es que no sé que me gusta más de toda esta experiencia, si el jamón, o el disfrutar de la excusa perfecta para acercarme a mi pueblo y sus gentes, un ratito en estos días de nostalgia. Nostalgia por aquellas navidades pasadas en las que las casas estaban abiertas de par en par para acoger a los forasteros y probar en estos días los manjares de matanzas cercanas que ya empezaban a dar sus frutos tempranos. Momentos aquellos que guardo en mi baúl cuartentón y al que espero, pronto y sin perder la ilusión, volver a abrir para guardar momentos navideños villafradeños.